Ir al contenido principal

La vida al revés.


.... Pienso que la forma en la que la vida fluye está mal. Debería ser al revés: Uno debería morir primero para salir de eso de una vez.
Luego, vivir en un asilo de ancianos hasta que te saquen cuando ya no eres tan viejo para estar ahí. Entonces empiezas a trabajar, trabajar por cuarenta años hasta que eres lo suficientemente joven para disfrutar de tu jubilación. Luego fiestas, parrandas, drogas, alcohol. Diversión, amantes, novios, novias, todo, hasta que estás listo para entrar a la secundaria...
Después pasas a la primaria, y eres un niño (a) que se la pasa jugando sin responsabilidades de ningún tipo...
Luego pasas a ser un bebé, y vas de nuevo al vientre materno, y ahí pasas los mejores y últimos 9 meses de tu vida flotando en un líquido tibio, hasta que tu vida se apaga en un tremendo orgasmo. !Eso sí es vida!.



Quino.




Comentarios

  1. Quino siempre es ocurrente y hasta divertido. La idea es buena, sólo una pega. Cada orgasmo nos recordaría el nuevo final. No mola. Creo que el orgasmo está destinado a dar categoría al acto más sublime del ser humano, al acto amoroso como punto de partida de la vida.
    Gracias por esta entrada y buen día.

    ResponderEliminar
  2. "Luego pasas a ser un bebé, y vas de nuevo al vientre materno, y ahí pasas los mejores y últimos 9 meses de tu vida flotando en un líquido tibio, hasta que tu vida se apaga en un tremendo orgasmo. !Eso sí es vida!."

    Hace muchos años, en el siglo pasado me leí un libro que hablaba del orgasmo del parto!

    Un Besito Marino

    ResponderEliminar
  3. Exelente texto lo había leído hace mucho y desde4 entonces nunca lo olvidé. Que linda sería la vida al revés. Igualmente algún detallito le encontraríamos. Te mando un beso grande y espero que estés bien.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

A todo caminante que la vida trajo por aqui, le agradezco que deje su huella. Un abrazo!!!

Entradas populares de este blog

Ayúdame a mirar...

“Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando al fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió al padre: "¡Ayúdame a mirar!" ( Eduardo Galeano.) La petición del niño ante la sorpresa azul del inmenso mar es la más bella expresión de lo que hombres y mujeres podemos hacer unos por otros en la búsqueda permanente que marca nuestra existencia. ¡Ayúdame a mirar! Tú no puedes mirar por mí, no puedes obligarme a mirar, no puedes hacer que yo vea lo que tú ves, no puedes forzarme, no puedes prestarme tus ojos, tus ideas, tu experiencia. Pero puedes ayudarme. Ya me has ayudado con llevarme al sur, con atravesar la arena conmigo, con pone

Dicen que antes de entrar en el mar...

“Dicen que antes de entrar en el mar, EL RIO tiembla de miedo... mira para atrás, para todo el día recorrido, para las cumbres y las montañas, para el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos, y vé hacia adelante un océano tan extenso, que entrar en él es nada más que desaparecer para siempre. Pero no existe otra manera. El río no puede volver. Nadie puede volver. Volver es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar al océano. Solamente al entrar en él, el miedo desaparecerá, porque apenas en ese momento, sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino volverse océano.” Khalil Gilbran.

Decir lo que se siente...

Decir lo que se siente exactamente como se siente. Claramente, si es claro, oscuramente si es oscuro; confusamente si es confuso. Fernando Pessoa.