El poeta Coleridge recibió un día la visita de un admirador. Cuentan que en el transcurso de la conversación, surgió el tema de la niñez y la educación:
-Creo –afirmó con rotundidad el visitante- que debe dejarse a los niños en total libertad para que piensen, actúen y tomen sus propias decisiones desde muy pequeños sin que nosotros intervengamos. Sólo así podrán desarrolar toda su potencialidad.
-Ven a ver mi jardín de rosas- le dijo Coleridje, acompañando a su admirador hasta el jardín.
Al verlo, el visitante exclamó:
-¡Pero esto no es un jardín… esto es un patio lleno de maleza!
-Solía estar lleno de rosas-dijo el poeta- pero este año decidí dejar a las plantas de mi jardín en total libertad de crecer a sus anchas sin atenderlas. Y éste es el resultado.
Del libro: “Ámame para que me pueda ir.”
Imágen: Louisa Jones.
Cuestión de equilibrio o libertad?
ResponderEliminarMe gustó
Un beso
Más claro no puede quedar. A esa temprana edad, cuanto más recolzamiento se tiene, mejor se crece. Tiempo habrá para soltar amarras y navegar sólo. Saludos.
ResponderEliminarSe puede ser libres y recibir cuidados como las rosas de la que habla el relato, para que no se llene el jardín de malezas. Cuidando con mucho amor sin limitar el crecimiento, sin ahogar.
ResponderEliminarUn abrazo Princesa y L´hel-lénic.