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La ley del justo retorno.


Al cruzarte con la gente por la calle, en el autobús, en tu lugar de trabajo, bendice a todos. La paz de tu bendición será la compañera de su camino, y el aura de su discreto perfume será una luz en su intinerario. Bendice a los que encuentres, derrama bendición sobre su salud, su trabajo, su alegría, su relación con Dios, con ellos mismos y con los demás. Bendícelos en sus bienes y en sus recursos. Bendícelos en todas las formas imaginables, porque esas bendiciones no sólo esparcen las semillas de la curación, sino que algún día brotarán como otras tantas flores de gozo en los espacios áridos de tu propia vida.



Pierre Pradervand.





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