Ir al contenido principal

Recibir.


"Recibir es asociarse al plan de Dios que quiere hacernos llegar Su Amor de mil formas distintas".

Recibís un elogio. Te felicitan por cómo hiciste un trabajo. El reflejo automático se dispara. Te encargás de quitarle fuerza al comentario: “Bueno, no es tan así, tuve un poco de suerte. Además me equivoqué en esto y aquello”.
Te están por regalar algo. Te anticipás para detener la entrega. Soltás alguna frase como ésta: “No, no te molestés, no hace falta. Te agradezco igual por la intención”.
Alguien se acerca para abrazarte. Quiere expresar su afecto hacia tu persona. Lo intuís y ya empezás a incomodarte. Con mayor o menor grado de sutileza tomás distancia evitando el contacto físico. Te fastidia cualquier situación de intimidad emocional donde el otro quiera transmitirte un sentimiento positivo.


Dificultades de recepción, de eso se trata, dificultades de recepción…
Cuando reaccionás de este modo, es porque tenés dificultades para recibir. 
Las razones pueden ser variadas, y en algunos casos, combinadas:


* No te considerás digno para recibir algo.
* Sos tan activo que no podés quedarte quieto y tan solamente dejar que el otro haga algo por vos.
* La soberbia puede llevarte a frenar toda recepción porque recibir implicaría cierto grado de debilidad.
* Como ves la vida en términos de trueque, no recibís para no quedar en deuda.
* A veces has recibido, pero en tu insatisfacción ni siquiera lo registraste.

Erramos cuando evadimos las situaciones de “recepción”. 
Recibir nos hace bien.
Recibir hace bien al que sinceramente quiere expresarte su afecto o agradecimiento de algún modo. 
Recibir nos vuelve humildes; implica reconocer nuestra incompletud  y que alguien puede darnos algo que no teníamos. 
Recibir,  y quedarnos quietos al recibir, nos hace sentir amados. 
Recibir es asociarse al plan de Dios quien quiere hacernos llegar Su Amor de mil formas distintas.


Amigo, recibí todo lo bueno que pongan a tu alrededor. No sos menos que el otro cuando éste te está dando algo. Date permiso para recibir, para entender que también vos podés ser amado. No analices todo lo que te llega. Ya sé, todo lo que reluce no es oro; pero no todo está teñido de malas intenciones. Hay mucho amor por allí dando vueltas. Recibí. Quedate un poco quieto y, por un instante, tan solamente, recibí.


Gustavo Bedrossian.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Ayúdame a mirar...

“Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando al fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió al padre: "¡Ayúdame a mirar!" ( Eduardo Galeano.) La petición del niño ante la sorpresa azul del inmenso mar es la más bella expresión de lo que hombres y mujeres podemos hacer unos por otros en la búsqueda permanente que marca nuestra existencia. ¡Ayúdame a mirar! Tú no puedes mirar por mí, no puedes obligarme a mirar, no puedes hacer que yo vea lo que tú ves, no puedes forzarme, no puedes prestarme tus ojos, tus ideas, tu experiencia. Pero puedes ayudarme. Ya me has ayudado con llevarme al sur, con atravesar la arena conmigo, con pone

Dicen que antes de entrar en el mar...

“Dicen que antes de entrar en el mar, EL RIO tiembla de miedo... mira para atrás, para todo el día recorrido, para las cumbres y las montañas, para el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos, y vé hacia adelante un océano tan extenso, que entrar en él es nada más que desaparecer para siempre. Pero no existe otra manera. El río no puede volver. Nadie puede volver. Volver es imposible en la existencia. El río precisa arriesgarse y entrar al océano. Solamente al entrar en él, el miedo desaparecerá, porque apenas en ese momento, sabrá que no se trata de desaparecer en él, sino volverse océano.” Khalil Gilbran.

Decir lo que se siente...

Decir lo que se siente exactamente como se siente. Claramente, si es claro, oscuramente si es oscuro; confusamente si es confuso. Fernando Pessoa.